viernes, 18 de julio de 2008

Seguridad Y Soberanía Alimentaria

Trataremos de abordar de forma general el tema de la seguridad y soberanía alimentaria ubicándonos en el contexto mundial para en posterior oportunidad abordar cada una de sus especificidades.

Comenzamos de forma general a exponer que la liberalización del comercio, la “globalización neoliberal”, así como las políticas económicas de “ajuste estructural”, los tratados económicos de libre comercio han sido punta de lanza del recetario neoliberal, violatorios de todo tipo de soberanía ya que pretenden subordinar la política de los paises a los requerimientos de los centros de poder imperialista.

El capital financiero especulativo y algunos organismos multinacionales han partido de estas políticas con la idea de someternos a sus designios globalizado el hambre, para lo cual un primer paso es destruir el aparato productivo agroalimentario de los paises, esto en gran manera nos hace vulnerables y coloca la alimentación como una mercancía más, así los alimentos pasan a ser, dentro del comercio internacional, el medio para someter a los pueblos.

Quien tiene dinero tiene acceso a los alimentos en el mercado mundial, quien no lo tiene y ha entregado su capacidad productiva a las transnacionales no tendrá posibilidad de alimentarse, por lo tanto, desde este punto de vista, para los pueblos la alimentación deja de ser un derecho para ser un privilegio.

Este razonamiento nos lleva a concluir que en este mundo dominado por el imperialismo, con sus conceptos mercantilistas y explotadores, no habrá una genuina seguridad alimentaria sin una verdadera soberanía.

Entendemos la soberanía alimentaria como el derecho de una nación para producir sus propios alimentos, así como desarrollar el aparato productivo y tecnificar el campo como vía para hacerlo realidad. Este derecho de producir nuestros propios alimentos en nuestro territorio es una condición que antecede a la seguridad alimentaria.

La soberanía alimentaría lleva implícita el uso sostenible de los recursos naturales, en especial la tierra, el agua y las semillas.

En una de sus políticas económicas el capitalismo ha logrado alienar al ser humano, haciéndolo ver en los recursos naturales un medio para servir al lujo y al consumismo, el uso indiscriminado de los agro tóxicos, el daño sistemático a la hidrografía y la biotecnología al servicio de los intereses de la clase dominante, que ha llegado al extremo de patentar y comercializar recursos genéticos por parte de compañías privadas y transnacionales creando una gran dependencia al punto que la alimentación de nuestros pueblos es un factor variable que depende grandemente de las transnacionales.

En el contexto local no debemos olvidar el sujeto que produce nuestros alimentos, el campesinado y sus luchas por la tenencia de la tierra, reivindicación que aún no ha sido satisfecha, lo que indica vestigio del antiguo sistema, a tal punto que las relaciones de producción conservan grados altos de relaciones propias del feudalismo.

Para erradicar esta situación se debe minimizar las diferencias entre el campo y la ciudad, así como impulsar el avance de las fuerzas productivas, capacitar la fuerza de trabajo garantizando la educación y mejorar las condiciones de vida del campesinado.

Una política revolucionaria debe asumir la producción, comercialización y distribución de los alimentos, partiendo que son en esencia una fuente de nutrición y un derecho de cada ser humano, para ello debe crearse un sistema planificado y centralizado partiendo de nuestras realidades geográficas, topograficas, edafológicas, culturales y políticas para garantizar ante cualquier situación adversa la seguridad y soberanía alimentaria como base fundamental de la independencia.



Por: Alcimides Lozada
Profesor egresado de la UPEL.
Egresado como planificador del MPD

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